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LOS DOS ADANES Y EL PODER TRANSFORMADOR DEL EVANGELIO
Escrito por Pat Kroeger Editado por Mark en end-times-prophecy.org
Romanos 1:16-17 ... 'Porque no me avergüenzo del evangelio de Cristo: porque es el poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judió primeramente, y también al griego. Porque en esto se revela la justicia de Dios de fe en fe: como está escrito, el justo vivirá por la fe.'
Es obvio para la mayoría de los cristianos que el evangelio es importante, y así es. Dios declara que el poder de ser salvado está en Su justicia, y la justicia de Dios está en el evangelio de Jesucristo. Y todo se fundamenta en la fe (Rom.3:22,25). Pero la Biblia dice que si no hacemos justicia, no somos de Dios y no somos Sus hijos (1 Juan 3:10). Entonces es crucial que sepamos de qué tratan realmente las 'buenas noticias' del evangelio y cómo conseguimos la justicia de Dios.
Salmo 24:5 ...'El recibirá bendición del Señor, y justicia del Dios de su salvación.'
Job 33:26 ...'Orará a Dios, y éste le amará, y verá su faz con júbilo; y restaurará al hombre su justicia.'
No es de extrañar que la justicia sólo pueda venir de Dios. Pero es sorprendente que muchos cristianos hayan perdido el punto cuando se trata de entender lo que realmente es la justicia. Cuando se le pregunta qué es la justicia, la respuesta estándar es "hacer lo correcto." Y en parte, esto es correcto. Pero desgraciadamente para nosotros, todas nuestras 'obras de justicia' son como trapos de inmundicia (Isaías 64:6). Entonces, ¿dónde nos deja esto con respecto a la justicia? No podemos ganarla simplemente tratando de 'hacer las cosas correctas.' Solo puede provenir de una fuente.
Todos los regalos de Dios están envueltos en una persona - una Persona muy específica. La Biblia declara:
Jesucristo ES nuestra Justicia (1Cor 1:30) Jesucristo ES nuestra Santificación (1Cor 1:30) Jesucristo ES nuestra Redención (1Cor 1:30) Jesucristo ES nuestro Poder (1Cor 1:24) Jesucristo ES nuestra Sabiduría (1Cor 1:24) Jesucristo ES nuestro Camino al Padre (Juan 14:6) Jesucristo ES la Verdad (Juan 14:6) Jesucristo ES nuestra Vida (Juan 14:6; 11:25; Col 3:4) Jesucristo ES nuestra Luz (Juan 8:12; 9:5) Jesucristo ES nuestra Palabra de verdad (Juan 1:14) Jesucristo ES nuestra Paz (Ef 2:14) Jesucristo ES nuestra Sanidad (Isa. 53:5; Mal. 4:2) Jesucristo ES nuestra Vida Eterna (1Juan 5:12) Jesucristo ES la Puerta al Padre (Juan 10:7, 9) Jesucristo ES nuestro Pan de Vida viviente (Juan 6:48, 51) Jesucristo ES nuestra Fe (Apocalipsis 14:12)
¿Cuándo se nos pusieron a nuestra disposición estos regalos? Hace dos mil años. La razón por la que el Hijo de Dios se hizo Hijo del Hombre fue para convertirse en todo lo que necesitamos, pero que no podíamos proporcionarnos a nosotros mismos. Toda bendición que buscamos ha estado disponible desde que el Hijo de Dios caminó entre los hombres, vivió con justicia, tuvo Su tumba con los impíos, y fue resucitado triunfante sobre el pecado y la muerte (Isaías 53:1-12). Dios no necesita crear un remedio para cada problema que enfrentamos hoy. Nuestro remedio es el mismo hoy que en los días de los apóstoles.
¿Qué significa esto exactamente? Como ejemplo, Jesús dijo: 'Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.'(Juan 15:4). El remedio no ha cambiado. Si permanecemos en Cristo, y esta es la clave! SI PERMANECEMOS EN CRISTO Y Cristo verdaderamente permanece en nosotros, entonces ya tenemos vida eterna, porque Él tiene vida eterna en Él. Por eso Jesús dijo en Lucas 17:21 que 'el reino de Dios está dentro de nosotros'. Asimismo, si Jesús es la Verdad, entonces nuestra búsqueda de la verdad es por Cristo mismo; y el estudio de las doctrinas sólo tendrá verdadero sentido una vez que hayamos encontrado primero la verdad en Cristo mismo. Por ejemplo, cuando llegamos a la verdad sobre el único y verdadero Dios Padre, y su único engendrado Hijo Jesús, ¡el mensaje bíblico y evangélico se ilumina como nunca antes!
Ahora bien, si Cristo ES nuestra justicia, como se afirma en 1 Corintios 1:30, entonces la justicia no tiene que ver con nuestro propio hacer correcto; tiene que ver con vivir y permanecer en Cristo, porque dondequiera que esté Jesús, hay justicia y sanidad. Y lo que hace esta comprensión es cambiar la forma en que percibimos nuestra parte en nuestra propia salvación. Nuestro trabajo entonces se convierte no en nuestro propio hacer, sino en el permanecer. Es decir, si nos centramos en permanecer en Cristo, Él obrará el hacer lo correcto a través de nosotros. Pero por favor, comprenda esto, esto no significa que no hagamos ninguna obra. Significa que Cristo es el que hace las buenas obras en nosotros. Porque ¿qué nos obligará a hacer, por amor, el Cristo que habita en nosotros? ¡Buenas obras!
Filipenses 2:13 ...'Porque es Dios el que obra en vosotros tanto el querer como el hacer por su buena voluntad.'
Juan 14:12 ...'De cierto, de cierto os digo que el que cree en mí, las obras que yo hago, él también las hará; y mayores obras que éstas hará, porque yo voy a mi Padre.'
Sin embargo, cuando continuamos creyendo que la justicia es nuestro propio hacer el bien, entonces nuestro enfoque se convierte en hacer lo correcto versus hacer lo incorrecto, como los judíos de antaño. Esto lo medimos según la ley, ya que la ley nos indica las obras buenas y las malas (Romanos 7:7). Terminamos pensando que nuestro problema con el pecado es porque no estamos eligiendo hacer lo correcto y en lugar de eso, escogiendo hacer el mal. Nuestra relación con Dios se convierte entonces en una relación con la ley y, lo pensemos o no, nuestra salvación se convierte en una cuestión de las obras de la ley (Gálatas 2:16). Perdemos el rumbo en cuanto a reconocer que nuestro verdadero problema es nuestra naturaleza. Nuestras acciones, nuestras obras, nuestros actos de pecado, son sólo una manifestación de lo que hay dentro, porque Jesús dijo:
Marcos 7:20-23 ...'Lo que sale del hombre, eso contamina al hombre. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre.'
La manifestación exterior de los pecados de la carne comienza en el corazón. Pablo explicó su vida antes de la conversión de esta manera:
Romanos 7:14-23 ...'Porque sabemos que la ley es espíritual: pero yo soy carnal, vendido bajo pecado. Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago. Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena. Ahora bien, ya no soy yo quien lo hace, sino el pecado que mora en mí. Y yo sé que en mí, (esto es, en mi carne,) no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Ahora bien, si hago lo que no quiero, no soy yo el que lo hace, sino el pecado que mora en mí. Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí. Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros.'
El problema de la humanidad no es simplemente lo que hacemos o decimos hacer, sino quiénes somos. Somos carnales por naturaleza. Por lo tanto, lo que sale de nosotros es carnal en su raíz y es contrario a la voluntad de Dios. El apóstol Pablo no podía elegir su propio camino para salir del pecado, ya que el pecado es parte de nuestra naturaleza caída. Entonces, ¿por qué creemos que podemos hacerlo? Luchando contra la naturaleza, sólo podemos abrirnos paso hasta cierto punto, y tarde o temprano fracasaremos. No podemos cambiar lo que somos, al igual que el agua no puede elegir correr cuesta arriba. Es simplemente una ley de la naturaleza. Aquí es donde la comprensión de los dos Adanes puede ayudar.